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Empiezan las dudas en Barcelona y Real Madrid


MARCA | El otoño ha llegado antes al Real Madrid y al Barcelona que a los árboles. Lo que hace un par de jornadas parecía una Liga de dos se vuelve a apretar y llena de dudas a los grandes... y a sus entrenadores, señalados tras sendos tropiezos en Sevilla y Leganés y por desperdiciar la ventaja que les separaba de sus perseguidores. Como en la típica escena de humor. Cuando miraban por los prismáticos, veían a los rivales lejos; al quitárselos de los ojos, aparecen respirando en sus narices.

El Madrid pinchó por tercera vez en la temporada. Cada vez que enfrente se ha colocado un rival capaz de mirarle a los ojos, ha vuelto a casa con la cabeza gacha. Atlético, Athletic y Sevilla han hecho doblar la rodilla al equipo de Lopetegui, que maravilló en el debut de Champions ante la Roma y que, por contraposición con aquella actuación brillante, deprime ahora con actuaciones grises y anticuadas, de un Madrid apático, un Madrid desganado que se parece tanto al que tiró la Liga pasada que lo único que cambió sobre el césped del Pizjuán fue el color de la tercera equipación.

En Can Barça no andan mejor las cosas. Dos tropiezos consecutivos en dos partidos de los que se señalan en verde fosforito al conocer el calendario de Liga, dos partidos de seis puntos que ha resultado ser uno tras empatar en casa contra el Girona y perder en Butarque frente al Leganés. Dos resbalones inesperados que impiden a los de Valverde tomar distancias con un Madrid errático. Las rotaciones están matando al equipo azulgrana, que se presentó con Munir y Vermaelen al sur de la capital, que probó con Arthur, Vidal y el expulsado Lenglet en la jornada anterior y que no ha encontrado en ninguno de ellos un motivo positivo para pensar que el regimiento de voluntarios pueda ser recambio para el cuerpo titular de bomberos.

Los errores en defensa están desangrando a Barça y Madrid, con Piqué y Ramos, que tantas veces han compartido el calificativo de mejor pareja de centrales del mundo cuando se unían en la selección, en la picota. Cuatro goles en dos jornadas ha encajado el equipo azulgrana. Tres se llevó de recuerdo de la visita al Pizjuán la escuadra blanca.

A pocas jornadas de verse las caras y con un calendario inmediato de aúpa, el temblor producido por la primera corriente de aire del otoño se puede disipar si se tragan los siguientes partidos como si fueran antibióticos o enquistarse si los resultados no acompañan. Hasta ese 28 de octubre en el que ya no habrá excusas para las aficiones.

Y en las dos familias pasa lo mismo, cuando hay problemas se mira al que preside la mesa, al entrenador. Valverde y Lopetegui salen tocados de los tropiezos de sus equipos. De momento sólo es una chispa al final de un camino lleno de ramas y hojas secas. Pero en estos equipos grandes cualquier brisa se convierte en vendaval y antes de que te des cuenta se ha incendiado el granero.


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